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Cuatro
corazones
para Juanvi

Cuatro
corazones
para Juanvi

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Amaya Lizarraga

Burlada / 23-04-2023

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Juan Vicente del Álamo, Juanvi, nació en Logroño el 18 de octubre de 1960.

 

Pero este no es su único cumpleaños.

Él celebra tres más, uno por cada oportunidad de volver a vivir gracias a los tres trasplantes de corazón que ha experimentado a lo largo de su vida. 

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Cuatro vidas, cuatro corazones

Tras sobrevivir a tres trasplantes de corazón, solo busca agradecer y encontrar el lado positivo de la vida.

01

01.Trasplantes

El pecho de Juanvi ha hospedado a cuatro corazones a lo largo de su vida, pero no ha sido el único miembro de la familia en hacer frente a un trasplante de este tipo. De hecho, entre él y sus dos hermanos mayores, Jesús, el primogénito, y Mercedes, la mediana, suman ocho corazones. 

Debido a este factor, y aunque los médicos al principio dudaron, acabaron por concluir que la cardiopatía de Juanvi era congénita y heredada de su madre, una mujer que “siempre ha padecido del corazón”, asegura Juanvi. Sin embargo, el pequeño de los hermanos fue el pionero en los trasplantes de corazón. 

 

Todo comenzó en 1978. Juanvi era un jóven de dieciocho años que disfrutaba del fútbol. Un día, durante uno de los partidos, se lesionó el menisco y requirió una operación. Sin embargo, en una de las pruebas previas a la intervención, los médicos detectaron que su corazón no funcionaba como era debido en una persona de su edad: estaba demasiado desarrollado. En la Clínica Universidad de Navarra dedujeron que esta patología podía ser el resultado de un catarro mal curado en la infancia que se le había agarrado al músculo del corazón, obligándole a hacer “más ejercicio” de lo normal y provocando un mayor desarrollo de su corazón. 

 

Pero no todo fueron malas noticias durante aquel año: tras la operación de menisco, contrajo matrimonio con Ani, su esposa.


Para evitar que la cardiopatía avanzara o, al menos, intentar que su problema cardiovascular se desarrollara lo más despacio posible, le pusieron en tratamiento durante doce años. Sin embargo, en 1990, comenzaron las paradas cardiacas, de las que él no era consciente y que las revisiones en la federación de fútbol no eran capaces de detectar: “Se me paraba el corazón y luego, afortunadamente, volvía a reaccionar”, afirma Juanvi. Sin embargo, los médicos decidieron colocarle un marcapasos para que tuviera “un seguro de vida” y el corazón pudiera seguir funcionando normalmente tras estas paradas. Ese mismo año llegó la noticia: “No se podía hacer nada más que un trasplante”.

Primera operación: 27 de septiembre de 1990

El tiempo que había pasado en la Clínica Universidad de Navarra le había granjeado la confianza de los médicos y el personal del centro. Por eso, en las fiestas de San Mateo de 1990, cuando tenía treinta años, no tuvo miedo en pedir un pequeño deseo: “Doctor, son las fiestas de San Mateo. Por lo menos déjeme ir esta semana y cuando acabe vuelvo aquí a que me hagan el trasplante de corazón”. Así fue. Lo que Juanvi no sabía es que la llamada que tanto esperaba llegaría nada más acabar las fiestas: “Tenían un corazón para mí”. El 27 de septiembre fue su primer trasplante. Aquel día Juanvi también consiguió un segundo cumpleaños y una nueva oportunidad para vivir.  

 

Tanto la operación como su recuperación fueron bien y pronto “estaba como nuevo”. Tras su primera intervención, comenzó a jugar al tenis.

Imagen Cedida / Juanvi ingresado en la Clínica Universidad de Navarra tras su primer trasplante de corazón con la edad de treinta años, en 1990.

Segunda operación: 1 de julio de 2003​

La alegría se prolongó durante trece años. Juanvi recuerda el momento en el que le dieron la noticia de que era necesaria una segunda operación. Aquel día, con cuarenta y tres años, había viajado solo a Pamplona, algo poco común porque Ani siempre le acompañaba. Ambos pensaban que aquella revisión sería rutinaria como el resto y Juanvi prefirió que Ani se quedara en Logroño a cargo del negocio de hostelería del que eran dueños: “No me ha dejado solo nunca, pero esta vez había bastante jaleo y le dije que se quedara”. Se equivocaron y Juanvi escuchó las palabras que nunca pensó volver a oír: “Te tienes que quedar ingresado. Te tenemos que hacer otro trasplante”. 

 

Esta vez, el causante del trasplante fueron los efectos secundarios de uno de los medicamentos que tomaba, que estaban estropeando sus arterias coronarias. Para su sorpresa, el médico aseguró que era más factible un nuevo trasplante de corazón que operar las coronarias. 

 

Sin embargo, el proceso de aceptación y asimilación de la noticia no fue tan sencillo como en la primera operación. «Enseguida vinieron mi esposa y mis hijas, Celia y Anita. Nos abrazamos y dijimos: “Si ha salido bien el primero, por qué no va a salir bien el segundo”». Una vez más, Juanvi y su familia se apoyaron los unos en los otros para salir adelante: “Venga, vamos a por él”. A pesar del miedo inicial, Juanvi confiaba: “Iba a salir tan bien como el primero o incluso mejor”. Y cumplió con su propio pronóstico: “Estuve menos tiempo en la clínica y me recuperé antes”.

Juanvi consiguió un tercer cumpleaños el 1 de julio de 2003.

Tercera operación: 24 de mayo de 2012

Con este segundo corazón todo fue a la perfección hasta 2010, cuando volvieron los problemas. Continuaba jugando a tenis, pero se le hinchaban las piernas y le costaba recuperarse: “Cuando tienes algún problema lo primero que piensa la cabeza es que algo no va bien. Aunque yo tiraba hacia delante, ya no podía, me cansaba”. 


Así que, una vez más, comenzaron las pruebas.  Los médicos tardaron en detectar el origen del problema. Según le dijeron, “unos anticuerpos no dejaban bombear como era debido al corazón”. Le practicaban procedimientos como la plasmaféresis: “Tenía que estar cuatro horas en una máquina. Me sacaban la sangre, la purificaban para separar el plasma de la sangre para tratar de quitar los anticuerpos”. Fue un verdadero reto: “Con tantos anticuerpos no me podían hacer nada. No me podían hacer otro trasplante porque hubiera tenido un rechazo automático. Así que primero me tenían que bajar los anticuerpos para luego añadirme a la lista de espera para el tercer trasplante”.

Imagen Cedida Clínica Universidad de Navarra / El doctor Gregorio Rábago 

relata la complicada operación de Juanvi.

La salud de Juanvi se fue deteriorando: “No comía, me quedé con 50 kilos. Estaba completamente raquítico”. Hubo momentos en los que sus ánimos también flojearon: “Me metía al baño a llorar porque yo veía que no había solución”. Sin embargo, no perdió la esperanza: “Había que coger el toro por los cuernos y tirar para adelante”. 

 

Los médicos plantearon la posibilidad de colocarle un corazón artificial, pero Juanvi se negó: “Yo quería tener un corazón normal. Si salía bien pues salía bien. Y si salía mal pues mala suerte. Aunque yo tenía toda la fe del mudo”.

 

Juanvi recuerda una experiencia particular previa al tercer trasplante que le transmitió confianza. Ocurrió durante unos de esos días en los que pudo volver a Logroño de la Clínica Universidad de Navarra. Salió a la pequeña terraza que tienen en casa y, en la residencia de ancianos que hay enfrente, vio a una “monjita” que le dijo: “No se preocupe, que va a salir todo bien”. “Impresionado”, entró a casa a buscar a su esposa para preguntarle si ella le había dicho a las monjas que estaba enfermo. Sin embargo, para su sorpresa, Ani no sabía nada. Cuando salió con ella a la terraza para mostrarle a la monja, ya no había nadie. “Tengo que tener a alguien ahí arriba que me apoye porque, si no, no puedo tener tanta suerte”, asegura Juanvi en relación a esta anécdota. 

 

Los ánimos de la monja se confirmaron pronto a través de las palabras de su médico: “Tenemos un corazón para ti”. Así, el 24 de mayo de 2012, Juanvi consiguió su cuarto cumpleaños. Esta vez, con alguna complicación más que en las ocasiones anteriores.

 

A pesar de la confianza que tenía en el éxito de la operación, Juanvi confiesa que el miedo y la incertidumbre fueron mayores por la complejidad de esta intervención. “La tercera vez que me despedí de la familia fue siendo consciente de que a lo mejor ya no les volvería a ver más”. 

 

Durante la operación requirió una transfusión “con toda la sangre del mundo” porque no dejaba de sangrar. Además, en la UCI enfermó con “una neumonía de caballo” que obligó a su doctor a advertir a Ani, Celia y Anita: “Le he puesto el máximo medicamento que le puedo administrar. Está muy mal. Solo queda rezar”.

 

Aquella noche en la UCI volvió a suceder algo. “Vi tres figuras vestidas de blanco, sin cara, y que flotaban sobre mi camilla. Yo estaba despierto y ellas no decían nada, pero se acercaban tanto que yo notaba su aliento”.

 

Al día siguiente, cuando el doctor pasó a verle, no pudo creer la gran mejoría en su estado de salud. Juanvi no lo duda y cree que su rápida recuperación fue gracias a esas tres figuras: “Es muy extraño estar tan mal, ver las figuras y a las horas estar bien”.


Juanvi también recuerda un sueño, aunque confiesa que pudo ser una alucinación fruto de los medicamentos. «Yo tenía a mis dos hijas al lado y cuando el doctor entró a la habitación les dijo: “Tirad de la almohada un poquito cada una y, cuando se le caiga la cabeza, ya no hay nada que hacer”». En ese momento Juanvi lo vivió como si fuera algo real, como si estuviera sucediendo delante de sus ojos. “Incluso sonreí para que, cuando me llevaran al tanatorio, tuviera una sonrisa”. Sin embargo, cuando les contó a sus hijas la historia, ellas confirmaron que no había ocurrido.

El origen de los corazones

 

La tercera operación vino acompañada de un tercer acontecimiento. Un día una mujer zaragozana que trabajaba en el Hospital Miguel Servet le llamó por teléfono: “¿A usted le han hecho un trasplante de corazón el 24 de mayo de 2012? Creo que lleva el corazón de mi madre”.

 

Juanvi reconoce que esta llamada le dejó “KO”. Su respuesta fue: “No sé si lo llevaré, pero si no lo hago a alguien le habrá venido bien. Muchísimas gracias por la donación”. El riojano llegó a la conclusión de que aquella mujer creyó que él fue el receptor del corazón de su madre por la cercanía entre Pamplona y Zaragoza y que ella, al trabajar en el Miguel Servet, “sabría algo”.

 

Desde entonces, ella es la primera que le felicita todos los años y le pregunta: “¿Qué tal va ese corazón?”. Nunca ha llegado a saber si realmente lleva el corazón de la zaragozana. No se han visto en persona pero Juanvi asegura que no le importaría conocerla para darle las gracias porque, aunque no lleve su corazón, “a otros compañeros les habrá venido bien” y por “tener la iniciativa de, en esos momentos tan difíciles, decir sí a la donación”.

 

Mientras, la única información que dispone de los otros dos corazones es que, el primero, pertenecía a un conductor gallego de A Coruña y que, el segundo, era de un chico joven de San Sebastián que había tenido un accidente de moto.

 

Juanvi admite que conocer el origen del corazón que lleva en el pecho sí le genera curiosidad, sobre todo porque le gustaría dar las gracias a las familias, ya que la donación le ha permitido ver a sus dos hijas casarse y a sus cuatro nietos crecer. “Si los médicos me hubieran dado permiso, no me habría importado conocerlos”.

 

Juanvi celebra y agradece los tres trasplantes y los tres cumpleaños extra que le han conferido. “Son cuatro cumpleaños porque vuelvo a vivir. Si no fuera por esos trasplantes yo no estaría aquí”.

 

“Ahora estoy disfrutando de la vida y dando gracias a la gente que, en momentos no deseados para nadie, dice sí a la donación”, asegura Juanvi. Es precisamente esta actitud la que le ha permitido buscar el lado bueno en cada bache que ha encontrado por el camino.

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02. Superación

“La actitud es lo principal”. Juanvi lo tiene muy claro. Para mantener el positivismo, revela su secreto: “Me ha tocado vivir con esto y hay que tirar para adelante. Es inútill quejarse. La vida es una ruleta. A algunos les toca una cosa y a otros otra. Pero hay que intentar superarla. ¿Te ponen un bache? Intento saltarlo. ¿Me ponen otro bache? Intento saltarlo. Mientras que no me corten las piernas voy a saltarlo”. 

 

De esta forma, aunque reconoce que ha sido mala suerte que le haya tocado a él tres trasplantes de corazón, también es capaz de encontrar el lado positivo: “Es buena suerte porque he tenido tres oportunidades y otros no han tenido ninguna. Mucha gente que he conocido en la clínica estaba esperando un órgano que no llegó. He tenido mucha suerte porque tres oportunidades no las tiene cualquiera en la vida”.



 

Juanvi siempre ha confiado en que las cosas iban a salir bien, incluso en momentos que incitaban menos al optimismo, como durante el tercer trasplante: “Ahí se me cayó un poquito el mundo encima porque lo veía todo mucho más complicado”. Sin embargo, no cedió al pesimismo.

 

Otro de los pilares para ayudar a superar las dificultades ha sido su familia: “Han estado ahí a todas horas. Han estado siempre conmigo y nunca me han dejado solo. No les puedo dejar ahora”.

 

De la misma forma en la que Juanvi se ha apoyado en su familia, esta también ha podido hacerlo en Juanvi, especialmente durante los trasplantes de corazón de sus hermanos mayores, Jesús y Mercedes: “Con la experiencia que ya tenía creo que les he servido de pilar y de apoyo” para mostrarles que es posible salir de esta operación con éxito. 


Juanvi no duda en afirmar que ahora valora más la vida que antes: “Cuando te hacen un trasplante de cualquier órgano la vida te cambia, eres mucho más agradecido, te enfadas menos, intentas ayudar a todo el mundo… Hasta que no te pasa algo así ves la vida totalmente diferente. Me han dado vida, no tengo nada más que dar agradecimientos a todos. No puedo hacer otra cosa”. También asegura que le ha ayudado a relativizar el resto de los problemas: “Te quita de encima muchas preocupaciones que ahora dejas pasar”.

Imagen Cedida / Juanvi durante la semifinal del Open de Madrid en 2018.

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03. Deporte

El deporte también ha sido un aspecto clave en la vida de Juanvi, quien no duda en asegurar que “es la mejor medicina sin efectos secundarios”. Desde que, con dieciocho años, una lesión de menisco dio comienzo a sus tres trasplantes de corazón, Juanvi no ha dejado de practicar todo tipo de deportes. 

 

A raíz de la primera operación no pudo volver a jugar a deportes de contacto, por lo que Juanvi cambió el fútbol por la raqueta de tenis y pronto descubrió lo mucho le gustaba y lo bien que se le daba.

Los primeros Juegos Nacionales de Trasplantados tuvieron lugar, precisamente, en Pamplona en 1990, cuando Juanvi estaba a la espera, en la Clínica Universidad de Navarra, de su primer trasplante. En cuanto se recuperó, no esperó para participar en la segunda edición, esta vez en 1991 en Torremolinos.

 

Y Juanvi asegura: “Estos campeonatos son una fiesta de la vida. No es ganar ni perder. Lo principal es que esos juegos sirvan para que la gente que está bien pueda donar órganos, sangre, médula a la gente que lo necesita. Sin esa generosidad nosotros no estaríamos aquí. Nuestro mejor premio en estos campeonatos es que la gente se haga donante, que regale vida. Sin donación no hay vida”.


En total, Juanvi acumula dieciséis premios entre tenis y pádel, al que juega más para divertirse y disfrutar al ser menos exigente y difícil que el tenis.

Imagen Cedida / Juanvi durante los XXI Juegos Mundiales de Trasplantados de 2017, Málaga.

8

Títíulos de campeón de europa

2

Veces subcampeón del mundo

4

Veces campeón de

España

1

Título de campeón de Iberoamérica

1

Título de campeón de Japón

Pero las raquetas no han sido su única pasión. Juanvi también ha recorrido en tres ocasiones el Camino de Santiago, con paradas en todas las etapas para incentivar la donación: “Todo lo que me llaman para conseguirlo ahí estoy”. Aunque algunas veces tenga que luchar contra los deseos de su familia, especialmente en la primera vez que peregrinó. Fue en 2013, solo un año después del tercer trasplante de corazón, cuando decidió ir desde Astorga a Santiago con un amigo.

 

Sin embargo, antes tuvo que volver a aprender a andar. Con el tercer trasplante, al estar mucho tiempo en lista de espera, encamado, perdió fuerza. “Mi esposa me ponía de pie y yo me caía como una cabrita recién nacida. No tenía fuerza de nada”.

 

A pesar de estas dificultades, Juanvi no perdió el optimismo. A los tres meses de la operación volvió a jugar a pádel y, tras ese primer viaje a Santiago, volvió ese mismo año con Ani.

 

Aunque su familia no oculta la preocupación ante el hecho de que Juanvi practique deporte tan seguido tras una operación: “Me dicen que estoy un poco majareta, pero da igual”, asegura entre risas. “Me dicen que tenga cuidado, pero como ven que estoy bien, y con ganas de ganar trofeos, están contentos también”.


Juanvi ha disfrutado el deporte desde siempre. Sin embargo, es capaz de darle una función social: “Mi meta era incentivar a la donación y agradecer a la sociedad lo que nos da”. Así Juanvi consigue que la actividad física no solo le dé vida a él, sino también a esos compañeros que pueden verse beneficiados por la llegada de un órgano compatible.

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04. Donación

Juanvi no deja de buscar nuevas formas de incentivar la donación, aunque una de sus favoritas es a través del deporte, ya sea mediante los Juegos Nacionales de Trasplantados o con el Camino de Santiago. Cuando Juanvi peregrinó en 2013 a Santiago lo hizo con un objetivo muy claro: “Se me metió en la cabeza que tenía que incentivar la donación y dar gracias. Hice unas camisetas de Hazte donante y fui con un amigo que ya había hecho seis veces el Camino de Santiago para agradecer a la sociedad en general que sin donación no hay vida, ya que la patología que tenemos nosotros no se puede operar si no hay órganos”.

 

Y reconoce que estar en esa lista de espera para la llegada de un órgano “te envenena el pensamiento”: «Estás deseando que lleguen los fines de semana o las fiestas para que haya más accidentes y, así, más posibilidades de que haya un órgano para ti. No le deseas a nadie que se mate ni que le pase nada, pero incluso los médicos lo decían: “Bueno Juanvi, a ver si este fin de semana tienes suerte y viene un órgano para ti, que hay muchos días de fiesta”. Aunque no le deseas la muerte a nadie».

 

Por eso, Juanvi no se cansa de alzar la voz en un llamamiento a las personas sanas para donar: “Yo he tenido tres oportunidades y por desgracia he visto a muchos compañeros que se han ido sin tener una. Por eso apoyo siempre la donación”.

 

Y esta lucha constante por incentivar la donación ha sido reconocida. En 2018, Juanvi recibió el premio Especial Valores en la X Gala Premios Valores de COPE Rioja y en su discurso tuvo la oportunidad de agradecer hasta cuatro veces, una por cada corazón, a todas aquellas personas que dicen “sí” a la donación.

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